Bowling

10 jugadores en una pista larga y plana, por donde transita una bola de un gran peso con tres hoyos las cuales intentan botar la mayor cantidad de palitroques posibles. Pasa uno, vota 5. Pasa otro, vota 8. Pasa otro más, vota 7. El turno de otro, vota 6. Mi turno, intento recordar las antiguas caricaturas de Pedro Picapiedra, cuando voy a lanzar el primer tiro mi cuerpo se avalanza como queriendo caer, pero el destino hace que no caiga al suelo. voto 0. Segundo tiro, esta vez un poco más nervioso, rayando el ataque de nervios, las miradas de mis compañeros hacen que mis manos transpiren y que la bola se tienda a resbalar, la bola resbala de mis manos y cae sorpresivamente de mis manos, afortunadamente cae en el lugar de donde se posan las bolas, una cosa así como los calzoncillos. Menos mal que nadie notó mi torpeza así que salvé el impass diciendo: "Voy a cambiar de bola mejor, esta es muy tonta". Tomo otra bola, al parecer es más liviana pero no deja de causarme desconfianza, tomo la bola, miro los pinos, corro hacia la línea de límite, dejo caer la bola y la lanzo, la bola cuando vá recién un metro de recorrido se mete en las ranuras de la pista, y voto 0. Luego cuando mis compñeros muestran una cara de: "Puta que es malo", yo tomo mis zapatos y digo: "Me quedan un poco grandes, me los voy a cambiar", los pobres aún deben estar esperando a que vuelva jugar. Mientras yo escribo estas líneas, llego a la conclusión que definitivamente no nací para esto.

Bariloche 2006, enero