Locuras en la micro

Salgo a las 6:15 a.m. desde mi casa con dirección a mi colegio. Espero durante media hora y me desespero, decido tomar otra micro que me acercará al metro. Tomo mi pase escolar, busco la moneda de 100 y dos monedas de 10, para completar la tarifa escolar. A las 6:50 estoy en el segundo vagón del Metro San Pablo, antes cargué mi pase escolar con 500 pesos, sí esa moneda donde sale un cardenal. Llego al colegio a las 7:08 y están recién llegando algunos funcionarios de la jornada de la mañana. Les aludo afablemente, me dejan entrar antes que cualquier otro alumno. Tomo mis llaves y abro la oficina del Centro de Alumnos. Aquí comienza mi día con una entretenida clase de matemáticas, seguida de una interesante prueba de historia, posteriormente una magistral clase de Oratoria y Retórica, termino me jornada escolar con una excitante clase de filosofía con el profe nuevo.
Para continuar mí día, que es como cualquier otro, hago algunas cosas para el Centro de alumnos, y luego preparo mis cosas para ir al preu a las 17:00. En clases de física durante 3 “ricas” horas en la sala con Arturo Zelada (él es el profe). A eso de las 20:00 finaliza dicha clase. Desde el Liceo salgo a las 8:15. Espero la micro durante media hora, debo correr para lograr alcanzarla y sube junto a mi un gato y una manzana. La micro es una de esas llamadas “transantiasco”. Miro, y veo que todos los asientos están debidamente ocupados, por ende llego a la maldita conclusión que debo irme parado.
A los 20 minutos de viaje la micro ya está llena de raros especimenes, sube una señora con un ojo menos, don niños, uno en sus brazos y el otro de su mano. Todo el mundo la vé y la contempla, sin embargo nadie le ofrece el asiento, un joven, grita: “¿alguien le puede ceder el asiento a la señora?”, recién después de eso un pelotudo se para Lara darle el asiento. Locura en la micro. 5 Minutos después, se sube un minusválido, aparte de no poder caminar por un accidente, tampoco podría caminar porque estaba muerto de curado. El tipo de las ruedas estuvo durante 8 minutos intentando acomodarse, mientras lanzaba manotazos a cualquier “ser” que se le atravesara. La micro repleta y todos con cara de “poto”, entonces se me ocurre la fastanmagórica idea de silbar la canción del “piensa positivo”, una señora casi me pega, otra señora se ría, la otra señora era sorda. La locura en la micro continuaba. Una hora de viaje, y la micro ya desocupada, me despido del conductor ciego y de todos los asientos, y abajo me esperaban todos celebrando que puede llegar vivo.