
Septiembre se adormece, vuelan las preguntas, huyen las respuestas y sigue este sueño, dormido y despierto, revoloteando entre mis versos. Quisiera decirte cómo es, ríe y dibuja con su sonrisa un nuevo sentimiento en mi corazón, cuando digo su nombre y pienso que la quiero, con todas las letras, y suena a piropo, y sabe a café, sólo para mí, porque nadie sabe, porque nadie entiende este mundo nuestro hecho con besos de papel y miedos pequeños que se enredan en las piernas y sonrisas que quisieran ser abrazos.
Quisiera contarte, desde esta ventana, a la que se asoma sin verme los ojos, cómo sería la primavera si ella está a mi lado, cómo me descubro siguiendo sus pasos, cómo soy el cómplice de esta luz que alegra los días, los meses, los cajones, las palabras que nos regalamos, y escondemos, y rompemos… Quisiera decirte cómo es de bonito sentirme a su lado y escuchar su voz, cercana y amiga, saberme esperado, saberme querido, aún en la distancia de años y años sin saber que estaba, sin saber quien era… Mirar el reloj, escuchar atenta sus pasos serenos, mirar la sonrisa, retenerla acaso y detener el tiempo. Luego, recordarla en silencio, ya de madrugada, y convertirla en versos… Quisiera decirte cómo le echo de menos, cómo no se aparta de mi pensamiento y se queda quieta, enredada en mis párpados, en ese momento, de creer en las hadas, entre la vigilia y el sueño.
Te podría hablar, si no fuera un secreto, de sus manos frías que sólo rocé un momento, y de todo el miedo, como un muro de piedra que obliga al silencio. Pero la memoria no calla, recuerda, como yo recuerdo todas las palabras…, las leo y releo, temblando y sonriendo, tarareo canciones que, a través del tiempo, nos dibujan y dibujan este clandestino y sin embargo inocente sentimiento.
Ese miedo que nos deja sin aliento, que nos calla y nos detiene, que nos aleja a veces, que nos une sin remedio, que nos persigue y nos muerde… Quisiera contarte cómo es ese miedo, pero se me escapa, porque ella lo custodia, vigila y protege, no lo deja fuera, lo esconde, lo aleja…, y en un arrebato de luz en sus ojos, cuando nadie mira, miro sus ojos, y tiemblo, y sonrío, y digo su nombre, todo con mayúsculas, sin punto al final, sonando a «te quiero». Quisiera detener los pocos minutos que puedo abrazarte y mirarte a los ojos.
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