domingo, 13 de enero de 2008

Laura, última palabra

Volví al mismo lugar donde comencé a escribir una nueva historia. Esta vez con los bolsillos vacíos me metí con miedo a aquel lugar de luces tenues y lleno de mujeres de dudosa reputación, sin cursilerías, putas.
Bailando en el centro Laura atraía a sus clientes, su cuerpo perfecto, sus senos amenazantes, sus ojos ardientes formaban un espectáculo que llama a los bajos instintos. En la barra un conocido me invitó un trago, acepté; di la vuelta y Laura, al mirarme, cubrió sus senos y bajó del escenario. Trece minutos más tarde, se acercó ya vestida, me entregó un papel, y sin saludar solo dijo: "Tu tienes algo que me pertenece", metí mi mano en el bolso, sin decir una palabra, y le devolví aquello que reclamaba, tomó su libreta y dio media vuelta; le dije en voz alta: "Necesito que hablemos", y ella respondió: "Estoy trabajando". Desapareció entre las mesas y el humo del cigarrillo. Tomé el papel que me entregó, era una servilleta y la tinta aún permanecía fresca y el color de sus labios que doblaron el papel. Allí decía:
"No quiero que vuelvas a este lugar, ya no quiero saber de ti"

Con la misma servilleta disimulé las gotas que caían de los ojos. Salí para regresar a mi lecho. Mientras esperaba la micro de regreso, ella caminaba rauda hacia un descapotable azul, la intercepté y me dijo allí su última palabra: "Vete, no molestes, menos ahora, este cliente me paga mucho dinero y me puede dar mucho". La miré a los ojos y respondí: "Pero solo yo te puedo dar amor"
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Notas al Margen

3 comentarios:

Anónimo dijo...

A qué es weona Laura

RoRo! dijo...

ajajjajaj
el comentario anterior ajajajajja
xD
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Ficción....



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Lilith dijo...

por qué no una historia alegre?


saludos

"ALGÚN DÍA VEREMOS EL SOL"