Una persona con gripe se ve violentamente retrotra��da a sus d��as escolares. Al menos eso es lo que a me ha sucedido en las ��ltimas horas. Tirado en la cama, pasando s��bitamente del sofocamiento a la congelaci��n, mirando con ojos desenfocados las ramas de los ��rboles que cubren la ventana blanca de mi pieza, me he dado cuenta de que ese ni?o de ocho, de diez, de doce a?os que cre��a extinguido, vuelve a manifestarse en mi conciencia con sus requerimientos y sus miedos. Su voz parece infiltrarse en mis pensamientos. Veo, al cerrar los ojos, sus caras sucesivas: el pelo corto, la risa inocente, la cara de conejo, y despu��s: el lamentable aspecto del preadolescente, la nariz y la boca hipertrofiadas, los ojos empeque?ecidos, el maldito y superficial bigotillo que mi padre me prohib��a afeitarme porque ese acto de higiene hubiera significado el definitivo adi��s a mi ni?ez.
Se entender�� que en ese momento mi propia ni?ez me importaba un bledo, y que incluso estaba deseoso de sac��rmela de encima de una vez para obtener en el mundo algunos grados b��sicos de respetabilidad. La ni?ez que mi padre quer��a conservar en m�� era la suya. No s�� qu�� problema ten��a con ese tema. Siempre hablaba de unos versos de ?scar Castro que le hac��an mucho sentido: aquellos en donde el agua de una acequia se llevaba un barco de papel, y el ni?o que jugaba se daba cuenta de que algo hab��a cambiado en ��l para siempre.
Antes, frente a un cuadro semejante, lo primero que se suspend��a era el acceso a la televisi��n. Se estimaba que la emisi��n cat��dica estimulaba la fiebre. Es posible que esta aprensi��n sea correcta, pero hoy d��a no habr��a c��mo ponerla en pr��ctica. Caer a la cama y caer a la televisi��n es un mismo movimiento. Una vez que se ha activado el control remoto ya no quedan fuerzas sino para presionar los botones del aparato en el sentido del aburrimiento. Las im��genes de la fiebre comienzan a fluir en un mismo caudal con las que proporciona esa especie de Aleph de la intrascendencia. Y si la programaci��n se convierte en pesadilla no es tanto por la banalidad o por la estupidez, sino por la generalizada median��a. Esos avisos de analg��sicos con saltimbanquis felices, esas due?as de casa obsesionadas con la blancura, esos opinadores matinales, esos canutos proselitistas de voz suplicante, esos insistentes informes metereol��gicos con gr��fica de diario mural.
La televisi��n es un sustituto de la realidad tan bien montado que muchas veces no hay c��mo distinguir entre uno y otra. Pero me da la impresi��n de que se trata de un montaje al que llegamos por la pura fuerza de los hechos, que es una mascarada tras la cual no oculta ninguna humana inteligencia.
4 comentarios:
Este soy yo
Por fin se puede comentar...
Quer��a felicitarte por tu blog... es... azul... y entrete...
Na po, te deseo mucha suerte con ��l, y ojal�� que mucha gente te deje m��s comentarios...
Nunca dejes de escribir... es la acci��n m��s humanista que conozco...
Cu��date harto... y no cometas el error de Villouta... piola no m��s...
Chau...
no ando kon mucha mente..!
= es dificil explikar el aprecio ke nadio kiza de la nada... el apoyo inkondicional la ura me a servido mucho...
y eso seria nos tamos viendo en el kole y kiza x aki kuando no ande nublado kosa muy komun ahora nose porke!
adio_x
rafaxdeskizio
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