
Vamos viendo. Est��n las gigantescas empanadas de Pomaire, absolutamente aberrantes pero defendidas a brazo partido por algunos zopencos, como si se tratara de objetos sacros. Tambi��n est��n las cuicas de la Plaza Atenas, all��, en Las Condes, desprovistas del m��s m��nimo grado de misterio y de arrebato, entre otras cosas porque no les echan comino ni por casualidad. ?Han advertido que la clase alta chilena detesta ese fascinante ingrediente medio morisco? Seamos claros: al excluir aquel vital condimento de la alquimia de un buen pino, la gente pituca est�� tomando una distancia insalvable de la gran masa de picantes, que lo adora de rodillas, como a la Virgen de Lo V��squez. Sigamos, que no hay tiempo que perder. Algunos fan��ticos ponen los ojos en blanco ante las empanadas de la calle Salitre, en Antofagasta. La verdad es que malas no son, pero se les ha colado un cierto regustillo altipl��nico que delata el pasado boliviano de esa noble ciudad nortina. Hay otros que mueren por las de la Tinita, en el Mercado de Providencia. Aqu�� lamento decir que, domingo a domingo, y desde hace rato, vienen en ca��da libre. Y mejor ni hablar de las que venden en Empanatodos, en el barrio Bellavista, porque son m��s t��xicas que el DDT y las rellenan con una cantidad de porquer��as venenosas como para matar a un drag��n de Comodo: una aut��ntica bazofia. En cambio, bien ricas, aunque exclusivas como un Rolex, son las empanadas que hace el anticuario V��ctor Figueroa en su mansi��n de El Array��n: menudas y jugositas como liceanas con el jumper arremangado. Harto buenas son, tambi��n, las que ofrecen en el centro de Putaendo y magn��ficas las que palpitan en Manuel Montt con Santa Isabel, en Santiago.
Efect��o estas profundas reflexiones, cavilando a la manera de S��crates, mientras observo el mar y me zampo una contundente dosis de las m��s ricas empanadas fritas que se pueden encontrar en Chile: las de Las Deliciosas, en Conc��n, cerquita de la desembocadura del r��o Aconcagua. De pino y de marisco son las bienaventuradas, que me van bajando alegremente por el gaznate con la ayuda siempre oportuna de una Escudo bien helada. Ayayay: qu�� cosas m��s jugosas, m��s calduitas, m��s deleitosas. Con huevito, con aceituna, con pasas. Y con comino, como debe ser este manjar copiado de otras cocinas del mundo, pero adaptado, sin improvisaciones ni siutiquer��as, a nuestro arsenal culinario.
Ahora bien: la verdad de las verdades es que las mejores empanadas de Chile ya no existen. Las hac��a en mi remota infancia Filomena Pavez San Mart��n, a quien Dios guarde en las grandes cocinas del cielo, para alimentar a sus enjambres de ��ngeles
hambrientos.
2 comentarios:
Que vivan las empanadas y que viva Chile mierda!!!
a mi me gusta el 18 porque el 18 es bueno
viva mierda!! chile!!!
saludos juanito
escribeme porfavor
pd: dia nublado, nubes nubladas.
UN POCO DE FRIO -por eso me abrigo-
no tiene sentido
para ti con mucho cari?o mi viejo amigo.
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