
Hace algunos días visité al dentista y la verdad que ir al dentista es una osadía.
No sé si se han dado cuenta que cuando uno llega al dentista, a uno le dá la sensación de estar con un mentiroso, porque lo primero que te dice es: "Tranquilo, no va doler", parece que cren que uno es hueón.
Cuando estás sentado arriba de el sillón mecánico, cuyo sillón nadie más que un dentista sabe manejar yo creo que están todo un año en la universidad para aprender cómo se manejan esos sillones, el dentista te dice: "enjuague" y tú cómo santo idiota intentas pararte para enjuagarte y el dentista se va a hacer otra weá al escritorio, y cuando llegas al lugar del vasito te das cuenta que tienes la boca dormida y te mojas todo el pecho, además te arruinas la polera nueva que te compró la mamá para ir a ver al dentista. Después que se te acaba el agua del vasito le dices al dentista: "Doctor, se acabó el agua", el te dice: "aprieta el botón que está a la derecha". En ese momento miras a tu derecha y vez un millón de botones, cuando aprietas uno se sube el sillón, aprietas otro y se baja, otro se va para la derecha, aprietas tantos botones que te caes del sillón y después a momento de caer por casualidad aprietas un boton, y sale agua.
Después de los insultos que te propina el dentista por haber deteriorado la infraestructura de la clínica (osea se alarga la cuenta), tú cómo masoquista le preguntas al dentista: "Cuando vuelvo"... Definitivamente somos masoquistas por naturaleza,al fin y al cabo quedas con más dolor de muelas...
2 comentarios:
es lamentable, pero como dice Sergio, es mas lamentable aun no ir, porque despues....
les tengo miedo a los dentistas, no precisamente a ellos, si no a la aguja que te clavan en la encía, mmmm, doloroso
algun dia seguiremos combatiendo como Jedis Santiago, pero quedó claro quien es el mejor
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