A tierra Mojada

Mientras regaba el jardín de mi casa, faena que hace mucho tiempo que no lo hacía, ese es uno de los momentos que más disfruto. Hablo con las plantas, miro cómo el agua sale de la manguera, cómo las plantas disfrutan del rocío, mientras las riego parece que cantan, yo canto con ellas (soy un maricón loco que le canta a las plantas). Pero no es eso lo que me motiva a escribir el día de hoy, sino al olor a tierra mojada, ese olor que en los perfumes no lo encuentras, ni siquiera lo tiene Antonio Banderas. Ese olor a tierra mojada, que sin darnos cuenta, ha acompañado algunos de nuestros momentos más importantes.
El olor que la tierra nos brinda es exquisito, acompañado del polem de las flores, del canto de los pájaros, y tu imaginación se hecha a volar imaginandote los más bellos paisajes naturales. Pero mientras regas tu mamá te grita: "Ya cabro hueón para de gastar agua, que la hueá sale plata", todo ese paisaje que te imaginaste en tu mente se te vá a la misma mierda.
Sin ir más lejos (aunque son cómo 12 horas de viaje desde Santiago), allá por Osorno, cuando nos dirijíamos a Bariloche nos dettuvimos en una especie de restaurant a desayunar. En una mesa de 4 personas, dos panes recién amasados, un café cargado con dos cucharadas de azúcar, un jugo natural de frambuesas un poco ácidas, por la ventana se deslizaba el agua que caía desde el cielo suavemente, afuera se veía cómo la naturaleza disfrutaba del agua, y esa tierra húmeda le daba el aroma a esa escena que aún no la saco de mi mente.
La Tierra es un misterio, pero el aroma a tierra mojada no es un misterios es una fantasía tan misteriosa que parece que todos conocemos, poro no nos damos cuenta.

"Descubrí que el mejor de los perfumes es el olor a tierra mojada, que las historias cuando se cruzan se escriben de a dos, que no se empieza un libro sin haber terminado el anterior, y que el mejor de los sueños es el que empieza cada minuto de tu vida."
Daniel Fernando Sanchez