En WC no hay nada escrito

Cada quien ha visto en su vida infinidad de baños públicos y privados, desde el denigrante cagadero de los calabozos hasta unos amplios salones con toallas calientes, pasando por letrinas construidas sobre vertientes cristalinas, pozos sépticos de tablón mosqueado, tazas de porcelana pintada con motivos de la campiña francesa, inodoros completamente robotizados, urinarios con forma de hocico de sapo, retretes que le echan a uno vintecillo presumiblemente importado del polo y otros baños químicos celestes que suben y bajan en los liceos o en las estaciones de metro (Parece que esos son ascensores).
Sé que hablar de wáteres es de mal gusto, mucho más cuando se está almorzando; pero sus diseños rebuscados y su culto nivelado con el de piezas escultóricas es el bueno gusto contemporáneo en su médula. No hay otro espacio de goce cotidiano de tal atención de la técnica en su diferenciación estética, su multiplicación y su ocultación funcional, sin duda lo que más se disfruta de la maldita rutina es cuando se va al baño y por fin se está en paz. En ese momento tomas el suplemento de "casa y hogar" y vez como se dedican con esmero a los lavamanos de curvas ultrateorizadas, tazas tipo ornitorrinco y duchas que no sólo duchan, sino que masajean, secan, perfuman y hasta cantan si uno se lo pide. Y cuando estás viendo el suplemento te das cuenta que está bien cagado tu baño y se te quitan las ganas de seguir, de seguir viendo el suplemento.
Por otra parte las viviendas actuales tienen baños para regalar. Nunca en la historia de la civilización hubo tal tasa de tazas per cápita. A falta de utopías, buenos son los baños. El baño es nuestro templo. Los ricos tienen basílica matrimonial y capilla unipersonales, incluso hay un cura que los bendice mientras, tú ya sabes. Los pobres han descubierto la dicha de tener un vanitorio, un hoyo y una estructura de ladrillo princesa y vidrio de catedral, con eso eran más que felices.
Y como el mundo se mueve con dinero y sexo, un restaurante en Macondo ha instaurado un baño unisex, todo producto de las innovaciones Internacionales, no sé pata qué serán los baños compartidos en los restaurantes en lugares tan raros y desconocidos como Macondo, ah! verdad que mencioné el sexo.
Por ahora, parece adecuado que los chicos vayan por auí y las chicas por allá, sobre todo en los bares y restaurantes, donde las urgencias gástricas obstaculizan, enfrían y estropean las relaciones humanas. Entre tanta señalización para distinguir un baño de varones y otro de mujeres; detrás de la puerta, se borra el destino, muere la muerte y la humanidad se hace la loca. En cosa de baños no hay nada escrito.