Los payasos también lloran

Ayer por la noche recibí una puñalada por la espalda, no mas de tres palabras bastaron para quedar tirado y herido en mi subconciente. Nunca antes había sentido un dolor aquí, logro entender gracias al sufrimiento cómo se ama con el corazón y como se sufre con él. Creí que querer y amar era solo el poder de la mente y que una parte de ella haga que esto sea incontrolable, no, no ni mental ni hormonal, ayer sentí que amaba de con corazón, casi se detiene pero su latido no quizo dejar de sonar.
Tres palabras que hicieron caer a la cama con la cara empapada de lágrimas, las manos apretadas, los dientes mordiendose entre si. Repetí una y mil veces esa canción que me hace recordarte, solo la música y el aroma del incienso consolaron mi sueño. Fueron solo tres horas las que dormí, aún los parlantes tocaban esa canción y el incienso ya estaba consumido, no pude evitar al despertar que mi corazón siguiera sintiendo lo que anoche comenzó a escribir.
Sólo sé que las cosas desde ahora no pueden ser como antes, en frío pienso que ya no hay vuelta atrás, ya no eres lo que buscaba. Pienso en cálido y todo es distinto, pues esa punzada contradice a todo lo que pienso.
Dios ayúdame, la amo, pero las cosas han cambiado, ya no es la misma, ayúdame a que la olvide, a que la noticia que sea la reciba de la manera más correcta posible. Dios quisiera ser perfecto, pero aún no logro controlar aquello que con espinas tu ilustras el sufrimiento y yo lo ilustro con su pelo, su cuerpo, su alma, su mente, sus manos, su ser, sus labios... con esa mujer.