"La vieja culiada de la cuadra"

Este es la sutil y bella historia de: "La vieja culiada de la cuadra".
En una población de cuyo nombre no quiero acordarme vivía una señora, ella era vecina ni más ni menos que de una plaza. Sí, una plaza, donde los chicos pueden divertirse y entretenerse. La plaza era un terreno no muy grande, con pastos esporádicos, con juegos llenos de dibujos urbanos ("arte" le dicen), tierra en su magnificencia y unp que otro juego de diversión, similares a los de Fantasilandia, un resbalín, un sube y baja, un balancín, y otra cosa que le llaman araña y una negra reja que le rodea, sí una plaza enrejada.
Un día a altas horas de la noche, junto con un grupo de niños fuimos a conversar sobre la vida y la inmortalidad de Gokú, si mal no recuerdo, eras las 00:30 de un dos de enero, fortuitamente uno de los tripulantes de la plaza noctuna comete un error que le costaría ya suspención del postre de la abuela, se rió. La vieja culiada junto con un pelotón de fusilamiento a sus espaldas tomó una cuhara de palo y comenzó su discurso retórico con un registro culto formal, dentro de su argumentación dijo: "Cabros $%&/()=(/&% váyanse a dormir, yo quiero descansar y mañana tengo que ir a trabajar, además mis hijas están durmiendo, cabros de $%&/(·$-" Los muchachos que estban sentados en una construcción de madera notaron la prepotencia de la vieja culiada, y para sacarla más de quisio, obviamente, se quedaron allí mismo sin mover un pelo. Impertérrita la señora se hizo de valor y fue en búsqueda de la persona que tiene las llaves de a plaza, ni eso fue suficiente para que los jóvenes revolucionarios salieran del recinto público, con cariz de privado. La vieja culiada ya sin paciencia se dirijió al pasaje y despertó a los padres de los niños que se divertían sanamente en ese lugar. La vieja culiada sin darse cuenta comenzó a hacer más ruido de lo que hacían los chicos, digamos que hizo una hermosa escena de ridiculez y de inmadurez. Mientras gritaba desesperada, y los vecinos salían por sus ventanas para ver ese espectáculo gratuito, una de las madres le dijo:; "La plaza es un lugar público, ¿por qué no llamaste a los carabineros?", la vieja culiada tratando de refutar sabiamente vociferó:"ah! claro, no tengo por qué andar gastando plata de mi teléfono". En ese momento no puede evitar intervenir y le pasé cien pesos y le di mucha suerte para que encontrara un teléfono público, y además le di un dato: "El 133 es un servicio graruito, ahora bien, yo conozco muy buenos sicólogos"...
La vieja culiada resignada se fue a acostar... Continúa, y si me va bien con la vieja culiada hago un blog de ella :D.