martes, 12 de agosto de 2008

Perdí el Juicio

Es increíble las formas con las que cuenta cualquier persona para sortear las distintas situaciones que plantea la vida. Aquel repertorio inagotable de actitudes que puede adoptar para dar respuesta a lo que le molesta, ofende, seduce, emociona... Alcanzar el equilibrio es la meta final de todos, no ser extremista ni ser blando, mantener la calma pero no el ímpetu a la hora de plantear las cosas...

Si Freud conviviese conmigo sería carne en el almuerzo... sin duda. Pero, ¿quien no? Como diría los fanáticos religiosos, "quien no esté libre de pecado que lance la primera piedra". No sé ustedes, pero yo tengo mi piedras de reserva.

Tal vez por mi formación social o por la cantidad de amigos míos que han seguido las teorías de importantes psicólogos, la interpretación del ser humano me intriga. Develar lo que cada uno esconde detrás de lo diplomáticamente correcto, reconocer las huellas nietzcheanas en cada sonrisa o ironía, descubrir el ello sin control de super-yo. Porque al fin y al cabo, uno siempre es un yo que desea ser ello y coartado por ese maldito juez que indica lo correcto de lo que no. En este supuesto se basa toda sociedad... el orden, ese panóptico que vive dentro nuestro y que de vez en cuando logramos escamotear (menos de lo que creemos e insinuamos)

"Los hombres marchan solos" escribió Althusser y es así... lamentablemente. No hay peor juez que uno mismo y eso me desespera. ¿Cómo escapar de uno mismo? ¿Qué mecanismos nos ofrece el inconsciente para sortear lo que métricamente nos han impuesto como natural? Si soy mi propio juez, de seguro pierdo el juicio.

Maldito equilibrio, maldita ley social que nos adapta a sus formas dejándonos como prenatales frente a la vida... lo distinto es reabsorbido por las normas y lo transgresor camina de la mano con el último grito de la moda. Solo nos queda el mundo infranqueable de los sueños, de los pensamientos callados que asaltan antes de que la razón los machaque, las palabras latentes que se lleva el viento... todo se reduce a unos pocos recovecos íntimos y oscuros donde nosotros mismos somos su audiencia.

Ay... desde mi humilde escondite convoco a los "ellos" con ganas de hacer jaque mate al "super-yo" para ganar la partida del "yo". Como dice en las luces de entrada a este mundo "Binevenido a la república independiente de ti mismo".

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"ALGÚN DÍA VEREMOS EL SOL"